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¡Hacer… cueste lo que cueste!

Tan pronto como los padres obtienen el diagnóstico de su hijo (a), empiezan a preocuparse por su futuro. Preguntas como “¿alguna vez caminará?” o “¿alguna vez podrá hablar?” son naturalmente las primeras en venir a la mente. Sin embargo, una vez que se dan cuenta de la severidad de la situación, las expectativas se vuelven más modestas: “¿Será mi hijo capaz de alimentarse por sí solo?” “¿Sostener su cabeza?” “¿Rolar, sentarse, comunicarse?” A pesar de que esas expectativas disminuyen, todas las preguntas mantienen un punto de vista funcional y esto es legítimo. Desde el primer día, todas las escalas para evaluar el desarrollo del niño están relacionadas con las capacidades funcionales: escalas de motricidad gruesa, escalas para medir el área intelectual, el habla, etc.

Sin embargo, a pesar de lo importante que son esas preocupaciones, nunca deberían disuadirnos de hacer preguntas aún más importantes”“¿PODRÁ MI HIJO SER FELIZ EN LA VIDA?” “¿Nosotros, como familia, podremos tener una relación próspera con él o ella?” “¿Qué se necesita para lograrlo?” “¿Cuáles son las prioridades? ¿Caminar o superar problemas respiratorios, resfriados frecuentes o neumonía? ¿Hablar o eliminar el reflujo doloroso? ¿Gatear o digerir adecuadamente y tener evacuaciones normales? ¿Rolar o beneficiarse de un sueño reparador durante la noche y estar lleno de energía durante el día?”

¿Comienza usted a captar a dónde pretendo llegar con estos planteamientos? ¿Acaso preguntar no proporciona la respuesta al mismo tiempo? Para comenzar, con frecuencia las funciones vitales en los niños con parálisis cerebral están comprometidas: tienen que hacerle frente utilizando mecanismos inadecuados de respiración y digestión; los resfriados simples se convierten en episodios respiratorios severos; a menudo tienen problemas para ser alimentados presentando posteriores problemas de evacuación; los lapsos de sueño se ven interrumpidos ya que estos niños son demasiado sensibles al tacto.
La lista es larga… Como la percepción sensorial es generalmente muy confusa, aprender de la experiencia, como lo hacen los niños saludables, se convierte en un verdadero desafío. En otras palabras, EL CIMIENTO DEL SER se encuentra severamente comprometido.

Haga una prueba sencilla: visualícese a sí mismo en los zapatos de su hijo (a). En cada día de su vida, sus pulmones están constantemente congestionados con moco; sufre de reflujo severo y no ha ido al baño durante los últimos tres días; no recuerda cuándo tuvo una noche de sueño reparador y se siente miserable… aun así, a sus padres les han dicho que el entrenamiento frecuente y la estimulación constituyen el secreto de su éxito en “hacer” más cosas, y constantemente le animan a dar el 100% de sí mismo: “¡Sostén la cabeza!” “¡Siéntate derecho”! “¡Coloca tu pierna delante de la otra!” “¡Sujétate a la andadera!” “¡Escucha la música!” “¡Sonríe!” “¡Ve el video!” “¡Gatea!” “¡Levántate, levántate, levántate!” “¡Vamos, tú puedes!”

¿Le suena familiar? ¿Le parece CORRECTO? Su búsqueda del “paraíso” a menudo se convierte en un infierno para su hijo (a). Vamos darle un segundo vistazo a todo esto. ¿Cuáles son las prioridades?

ABR tiene un enfoque de rehabilitación mucho más pacifista. El énfasis no está en el entrenamiento, sino en el fortalecimiento de la estructura músculo-esquelética la cual es esencial para cualquier progreso motor. La extraordinaria ventaja de trabajar a nivel de la fascia es que, mientras se están estableciendo las bases para una estructura más fuerte, simultáneamente en su hijo (a) se están fortaleciendo el tejido circundante y el entretejido de los pulmones, esófago, estómago, intestinos, nervios, etc. El niño comienza a respirar, digerir y dormir mejor. Puede ahora enfrentar las actividades diarias con más energía. Su vida se vuelve más agradable y se abre a su entorno… ¡se abre a usted! Comienza a prosperar delante de sus ojos.

ABR no es SOLO acerca del “HACER”, ABR es también acerca del “SER.” Muchos enfoques se centran en llevar al niño a LA REALIDAD DE USTED simplemente olvidándose de la de SU HIJO (A).

¡No se deje engañar! La felicidad NO es directamente proporcional al “HACER DEL NIÑO.” Ante todo, es directamente proporcional al hecho de ser reconocido y tratado como un SER humano. Fortaleciendo la fascia mejorará inevitablemente “EL HACER,” de su hijo (a), y al mismo tiempo habremos construido a un individuo fuerte, saludable, enérgico y feliz que desarrollará una próspera relación con sus padres, sus hermanos y el mundo que lo rodea.

ABR permite al niño SER NIÑO… “¡UN NIÑO FELIZ!”

One Comment
  1. Kenia

    Precioso escrito, y digo precioso, porque efectivamente no hay nada en la vida como el ser, eso y luego el hacer.. Quien quita que queremos que un hijo haga.. pero… Debería ser nuestra prioridad que nuestro hijo SEA feliz!… A nuestra familia ABR le ha dado desde ya hace 8 años una niña que ha empezado ya hace mucho a a HACER, donde la base era su ser. Gracias ABR!
    kenia

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